En
anteriores entradas he puesto un mapa con los puntos de distribución y consumo
de sustancias ilegales en Santiago de Compostela y la metodología que seguí
para hacerlo. Esto sería como hacer un análisis y un diagnóstico del problema,
por lo que falta la prognosis, que serían las propuestas para intentar
arreglarlo.
Quiero
comenzar con la idea de que es absolutamente imposible arreglar este asunto,
pues la gente que quiera consumir drogas siempre conseguirá la forma de hacerlo
y, en consecuencia, quien se las venda. La única solución para el problema
sería la legalización de todas las drogas, con la que dejaría de ser un
problema per se. Esto, en la práctica, no va a ocurrir. Además, una legalización
de las drogas y su puesta en el mercado podría encarecer su precio, haciendo
que mucha gente que antes compraba más barato ahora no se lo pueda permitir. Al
fin y al cabo, consume droga quien puede pagarla.
Por lo
tanto, lo que se puede hacer es intentar minimizar el impacto del consumo de
estupefacientes, que es para lo que trabajan los distintos cuerpos de la
policía en sus investigaciones y redadas, que ocurren con bastante frecuencia y
que los medios de comunicación se encargan de contarnos.
Sin
embargo, creo que el consumo de drogas no es algo que se solucione por vía legal,
sino que si la intención es acabar con ello lo que habría que hacer es empezar
por la educación. La consigna es clara: una persona se droga porque quiere,
ergo, si queremos acabar con estas sustancias hay que hacer que la persona no
quiera drogarse.
Si hay
venta de droga es porque hay demanda, y mucha, como se puede comprobar con las
grandes cantidades de cocaína o heroína, entre otras, que llegan a nuestro país
cada día, pues si ya cada cierto tiempo vemos en las noticias un incautamiento
y, aún así, hay gran cantidad de droga en circulación en el terreno, es porque
la mayoría consigue acceder.
Si
desde pequeño se educa a una persona a que las drogas no llevan a nada, que no
son la solución a los diversos problemas de la vida o que no sirven para pasar
un buen rato, es posible que esa persona no caiga en la tentación. No hay
simplemente que prohibir, sino que se debe hacer constar a esa persona el porqué
no debe consumir ninguna sustancia que va a ser nociva para su cuerpo.
Volviendo
al mapa, ¿cómo evitar los puntos de venta de drogas en Santiago? Una solución
sencilla sería aumentar la densidad policial, pero el problema se extiende a
que no hay cantidad suficiente de policías (sin contar que no sería nada
rentable) para controlar el amplio abanico de “camellos” que existen en la
ciudad.
Actualmente
se pueden ver patrullas policiales nocturnas vigilando, aunque raramente surten
efecto, pues quien los ve, esconde la prueba y ya pasan de largo. A veces
pillan a algún pequeño traficante, pero normalmente porque ya hizo “demasiado
ruido” o porque ha habido un chivatazo. Esto no evita que la persona que
compraba a ese camello se quede sin consumir, pues simplemente buscará otro
proveedor.
Por
tanto, una posible solución a la venta de drogas sería intentar reducir el
número de camellos, mediante investigaciones sobre los lugares de venta
frecuente y con detenciones ejemplares que sirvan de escarmiento no solo para
el detenido, sino para el resto de camellos, que así no tendrán tanta
confianza.
El mayor
conflicto que yo entiendo es el consumo dentro de locales de copas nocturnos.
Esto sí se podría arreglar. Ya debería salir de los dueños de estos bares el
prohibir vender y, sobre todo, consumir drogas en ellos, teniendo un poco de
control sobre su clientela y su local. La gente, con la excusa de que en los
baños no puede entrar nadie, consume en ellos. Creo que si el dueño del bar
controlase el tema haciendo que los camareros tuvieran más percepción del
asunto o teniendo a algún vigilante se podría evitar. En todo caso, la propia
policía podría intervenir en locales sospechosos en el movimiento de drogas,
pues están amparados a una normativa legal.
También
podrían ser los propios clientes del local quienes alerten de que han visto a
alguien consumiendo, lo que facilitaría mucha las cosas.
Por
último, respecto al consumo en la calle o en las propias viviendas, es algo muy
difícil de evitar, pues quien lo hace en sitios públicos intenta que no lo vean
camuflándose entre la multitud o en lugares oscuros y poco transitados (además
de ser algo que se hace en pocos segundos), y quienes consumen en sus viviendas
solo tienen peligro de ser alertados por otras personas o con investigaciones,
puesto que la policía solo podría acceder a ellas mediante una orden judicial.
En
conclusión, acabar con los puntos de distribución y consumo de drogas en
Santiago es prácticamente imposible. Cuando se pille a quien trafica en un sitio,
cambiará ese punto a otra demarcación, al igual que lo hace a quien se pille
consumiendo, a pesar de las posibles multas que tengan. Por tanto, la solución
más efectiva es la educación, el intentar mejorar la sociedad futura para que
el consumo de sustancias ilegales se reduzca.
Escrito por David Maquieira Salgado
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